Gestionar la Información en tiempo de crisis
De un día para otro el mundo cambió. Una pandemia nos imponía un reordenamiento, y en el caso del Perú, una vez más sin planificación posible. Se han cerrado (y transformado) negocios, limitado el tránsito de los vehículos, interrumpido los traslados de personas por aire, mar y tierra según la situación por regiones; y se nos impuso una cuarentena necesaria y urgente. Y este aislamiento social encuentra algunas respuestas para tratar de sobrellevar nuestras actividades diarias, en la capacidad de conectarnos.
Oíamos desde hace algunos años hablar de teletrabajo, de educación a distancia y de plataformas digitales para tener acceso a casi toda la información existente en el mundo, pero no fue hasta ahora que vimos la necesidad de usarlos de manera cotidiana y casi indebatible. Oímos también al Presidente y a sus Ministros, en medio de esta titánica responsabilidad que llevan sobre sus hombros, explicar cómo se logró establecer un listado de peruanos pobres o extremadamente pobres que dependen del dinero que producen diariamente y que naturalmente en una situación de cuarentena les es imposible generar.
Se mezcló diversas bases de datos para llegar a seleccionar de preferencia a la mujer jefa de familia que con DNI en la mano pueda ir a la banca a retirar este subsidio que se pagó de manera eventual en el Estado de Emergencia. Hemos visto como mucha gente reclamó pues no han sido seleccionadas, plasmando sus quejas en señalamientos a familias que sin tener necesidad alguna recibieron ese dinero.
El Presidente Vizcarra en una de sus últimas alocuciones se refería a este margen de error indicando que el Ministerio de Economía y Finanzas estaba haciendo grandes esfuerzos por depurar el listado con el fin de hacer justicia, inclusive señalaba que había solicitado a la Contraloría de la República un Equipo que supervise cada desembolso que se realice en el marco de la Emergencia; decisión que valoramos, pues la corrupción es posiblemente la explicación del precario sistema de salud que tenemos. Mismo panorama que le ha tocado vivir al Transitorio Presidente Sagasti.
Por un momento, invito al lector a imaginarnos que toda esa data que tienen instituciones como el Banco de la Nación, Ministerio de Educación, Reniec, Sunat o cualquier otro ente público o privado, tuviera el esmero de estar actualizado y debidamente gestionado (con el uso de Inteligencia Artificial, por ejemplo) para que el Estado Peruano pueda tomar decisiones acertadas a la hora de crear políticas públicas a beneficio del país; ni hablar en situaciones de emergencia donde urge conocer de primera mano información de valor, que sea producto del cruce de datos a nivel nacional y en tiempo real. Todo un reto, ¿verdad?
Esto tiene que ver con la transparencia del gasto público, pues en los presupuestos públicos, las bases de cálculo se realizan sobre las necesidades que tenemos como país y que evidencian los déficits en recursos materiales o de personal. Veamos lo que ocurre hoy en día con la falta de equipos de protección para el personal de salud o la urgencia por transformar una Villa Olímpica en un Hospital para 3000 camas. ¿Esos datos no los conocíamos? Resulta que sin esta pandemia ya necesitábamos varios mega hospitales en muchos lugares del Perú, así como mejorar salarios, equipos e infraestructura sanitaria.
Ideas como que cada peruano al nacer se le debe asignar con su DNI una cuenta bancaria en el Banco de la Nación son necesarias, así como desarrollar un censo poblacional donde se recopile la data en dispositivos móviles que nos permitan saber lo que pasa en el país en tiempo real, y quizás, una infraestructura tecnológica que apunte a la telemedicina, la seguridad de datos o la identificación biométrica para votar, pagar o viajar.
Nos toca entonces convertir esta crisis en una oportunidad para crecer como país. Es necesario que entendamos que la salud es un bien precioso y que debe estar fuera de las leyes del mercado como ha dicho el Presidente Francés Emmanuel Macron. Para lograrlo tenemos muchas tareas pendientes, como darle rango constitucional a nuestro derecho a ser informados como vía principal para que cada ciudadano sepa en qué se invierte cada sol, en dónde tenemos déficits y cómo podríamos resolverlos en el marco de un verdadero Plan de la Nación. El derecho a ser informados se considera un derecho humano de 4ta Generación como lo afirma el economista mexicano Reynaldo Castro Melgarejo.